Puede sonar absurdo, pero es verdad.
Recuerda que estamos hablando de Magia.
Piénsalo de esta manera.
Te voy a contar el caso de un video de una niña en el internet, posiblemente lo hayas visto o no. Pero te lo cuento:
Es una niña que apenas está aprendiendo a caminar, por lo que todavía no lo domina, que se cae y se golpea durísimo. Sin que se dé cuenta su mamá lo está grabando. Ella se esconde. Silencio…
Entonces aparece la niña caminando y cuando ve a la mamá, se tira al piso y comienza a llorar.
La mamá se esconde de nuevo. Silencio…
De nuevo se ve a la niña que camina hacia donde está la mamá, la ve y de nuevo se tira al piso y comienza a llorar.
Y así continúa hasta que es consolada.
¿Qué tiene que ver esto con la comida, te preguntarás?
Muy sencillo.
Imagina que la comida es como esa niña. Desea atención.
No quiero decir con esto que te pongas a abrazar los brócolis. No te lo tomes literal.
Sino que cuando estés frente a los ingredientes, a los utensilios de cocina, la estufa y todo lo que involucra el acto de cocinar, lo veas como un ritual de Magia.
Y este acto de Magia, requiere de toda tu atención y toda tu intención.
Por supuesto también requiere mucho amor.
Y eso fue lo que descubrió Victoria… en un segundo le cayó el veinte.
Se dió cuenta de lo bien que la estaba pasando con sus amigos ese día en el restaurante.
Porque era un momento mágico.
Y eso es exactamente lo que tú puedes hacer.